Un Archipiélago compuesto por ocho islas, donde cada una de ellas es una pieza imprescindible para el crecimiento del conjunto de la Autonomía, debería ser también un perfecto reflejo del progreso de nuestra sociedad, en la que ningún canario se debería quedar al margen, sin una gota de aliento por quienes tienen la responsabilidad de velar por el interés público.
Esta crisis está llevando a la ciudadanía a vivir situaciones límite. Y los canarios, tradicionalmente, hemos tenido el coraje y el arrojo de ir a buscar ese horizonte de esperanza más allá de nuestras fronteras geográficas cuando aquí se nos ha negado. Una emigración que empieza a ser de nuevo una realidad dramática entre la población canaria y, en especial, entre la generación de jóvenes más preparada que ha tenido en su historia Canarias.
Por eso, la Administraciones Públicas deben estar ahora más que nunca pegadas a la realidad y sentir el latido de una sociedad que está pidiendo respuestas ante un horizonte cargado de incertidumbres. Mostrar el rostro más humano y sensible ante el drama de tantos canarios que ven cómo sufren paulatinamente la pérdida de empleo, derechos sociales y libertades debe ser una prioridad entre las instituciones públicas.
Este Día de Canarias debe ser, por tanto, además de una jornada de alegría y regocijo por la satisfacción que nos produce ser parte de esta tierra afortunada, un reto que nos debe sacudir y remover para tratar de salir adelante con todo nuestro empeño e imaginación, superando la tiranía de lo dado y la complacencia de la resignación