Santa Cruz de La Palma, a 4 de diciembre de 2014.- El Diputado del Común, Jerónimo Saavedra, ha remitido una carta a la Defensora del Pueblo, Soledad Becerril, con el fin de que abra una investigación sobre el presunto trato vejatorio que un grupo de abogadas de Las Palmas ha denunciado públicamente en los medios de comunicación por parte de la empresa privada encargada de la seguridad de la prisión Las Palmas II. Jerónimo Saavedra ha trasladado este asunto a la Defensora del Pueblo, dado que excede el ámbito competencial de la institución autonómica que preside.
Las letradas, según recogen los medios de comunicación, denuncian que para acceder a los locutorios de la citada prisión, se ven obligadas a quitarse el sujetador, cuando llevan aros, para atravesar el detector de metales, lo que consideran humillante y también discriminatorio dado que a otras trabajadoras judiciales y personal femenino del centro, no se les estaría exigiendo dicho requisito de seguridad. Además, llama la atención que esta exigencia no se da en la otra prisión de Gran Canaria, el Salto del Negro.
Las abogadas afectadas por esta situación aseguran sentirse tratadas «como sospechosas de introducir teléfonos móviles y armas blancas o de fuego en el interior de la prisión, mientras que el resto de los profesionales de la judicatura está exento de esta sospecha». En concreto, la normativa de seguridad de 2010 de Instituciones Penitencias exime de la obligación de pasar por el arco detector de metal a los magistrados, jueces y funcionarios del Ministerio Fiscal que visiten el centro en el ejercicio de sus funciones, así como los funcionarios y el personal laboral adscritos a él y aquellas autoridades que vayan acompañadas por algún mando del establecimiento .
Jerónimo Saavedra ha solicitado la intervención de la Defensora del Pueblo con el fin de que analice y tome las medidas necesarias para la corrección de esta práctica si efectivamente constata que están sufriendo un trato vejatorio y discriminatorio las abogadas, que se ven obligadas a desprenderse en determinadas circunstancias de ropa interior cuando acceden a la citada prisión para realizar su función de representación de la población reclusa.